Evolución De La Acuicultura En Los Últimos 20 Años
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[Nota del editor: Se han planteado dudas sobre la validez de este estudio debido a los vínculos de al menos uno de los autores con Cargill y la industria de la acuicultura. Mantendremos publicado nuestro resumen del estudio, pero los lectores deben tomar nota de esta cuestión y leer críticamente las conclusiones que figuran a continuación teniendo en cuenta este contexto].
En el año 2000, un equipo de investigación alertó sobre el uso de peces capturados en la naturaleza como alimento para peces criados en cautividad. Advirtieron que, si la acuicultura quería seguir contribuyendo positivamente al suministro mundial de alimentos, tendría que dejar de utilizar harina y aceite de pescado (FMFO, por sus siglas en inglés: Fish Meal and Fish Oil) de peces capturados en la naturaleza para fabricar piensos para las poblaciones cautivas. También tendrían que abordar otros problemas de sostenibilidad, como la reapropiación de los ecosistemas y la degradación de las costas.
Ahora, estos expertos analizan los últimos 20 años y reflexionan sobre cómo ha evolucionado la industria y cuál es su situación actual en términos de sostenibilidad y su contribución al sistema alimentario mundial.
Al principio de la investigación, los autores destacan la rápida expansión de la industria, tanto en escala como en diversidad. Esto conlleva un aumento de la utilización de alimentos de origen animal procedentes de capturas salvajes. Ahora se alimenta a una mayor proporción de peces de piscicultura, lo que puede ejercer una presión excesiva sobre el suministro de piensos procedentes de capturas salvajes. Otra observación clave es que el potencial de utilización de especies que se alimentan por filtración, como los moluscos y las algas, para mejorar los resultados medioambientales y proporcionar beneficios económicos, sigue estando infraexplotado.
En las casi dos décadas transcurridas entre 2000 y 2017, el volumen mundial de producción de la acuicultura se ha triplicado, pasando de 34 a 112 millones de toneladas métricas (t). A pesar de su enorme diversidad de especies, en 2017, el 75% de la producción correspondió a algas, carpas, bivalvos, tilapia y bagre. China ha sido el mayor productor del sector desde principios de siglo, cultivando la mayor cantidad y diversidad de especies y utilizando también la mayor variedad de sistemas y técnicas de cultivo.
Esta reseña se centra en el crecimiento de la acuicultura de agua dulce, que no es más que el cultivo de especies de agua dulce como la tilapia, la carpa y el bagre. La acuicultura de agua dulce ha estado históricamente poco representada en la literatura científica, quizá porque consiste principalmente en estanques domésticos para la subsistencia, y pequeñas y medianas empresas para el consumo local y regional. También en este caso, China domina la producción mundial, aportando el 56% de la producción mundial, y toda Asia el 93%.
Un aspecto importante de la investigación realizada en el año 2000, fue la preocupación por el uso desenfrenado por parte de la industria de harinas y aceites de pescado procedente de la pesca salvaje en explotaciones intensivas, especialmente en un momento en que las capturas de pesquerías salvajes se habían estancado. Entonces, ¿cómo ha respondido la industria a este problema y cómo ha cambiado el manejo de este recurso en las dos últimas décadas?
A pesar de que la producción mundial de pescado de piscicultura se ha triplicado en este periodo, las capturas anuales de peces salvajes utilizados para esta práctica han disminuido de 23 a 16Mt, lo que refleja la mayor eficacia de la industria en el uso de la pesca con fines alimentarios. Algunos de los principales impulsores de esta tendencia son:
· El rápido crecimiento de la producción de especies omnívoras, que requieren menos harinas y aceites de pescado en su alimentación.
· Mejores índices de conversión de alimentos, lo que significa que un pez cautivo necesita hoy comer menos alimento para engordar lo mismo.
· Mayor uso de alternativas vegetales a las proteínas y aceites en los piensos formulados.
· La tecnología de producción de harina de pescado ha mejorado su extracción. También ha aumentado la utilización de recortes de pescado de consumo para hacer harina de pescado, reduciendo la dependencia de los desembarques de peces forrajeros.
La duplicación del precio de la harina de pescado a lo largo de la década de 2000 y la relativa asequibilidad de las alternativas de origen vegetal son, sin duda, una motivación fundamental para estas innovaciones. Así que, a pesar de que la acuicultura sigue siendo con diferencia el mayor consumidor mundial de harinas y aceites de pescado, el sector ha mejorado sin lugar a dudas sus tendencias y trayectoria en este sentido.
Parte de la evolución de la industria hacia fuentes de alimentación de origen terrestre (procedentes de plantas y animales terrestres) se ha visto facilitada por el desarrollo de ingredientes y fórmulas de piensos adaptados a la nutrición de los peces. Lamentablemente, esto ha creado un fenómeno en el cual la sustitución del alimento a base de pescado de las especies piscívoras por alimentos de origen terrestre altera la función intestinal, inmunitaria y endocrina. Todo ello hace que los individuos cautivos sean más propensos a las enfermedades.
Otro tema importante de este trabajo fue el potencial de las especies extractivas como las algas marinas, las algas y los moluscos filtradores para mejorar el rendimiento medioambiental del sector acuícola, a la vez que aportan beneficios económicos y seguridad alimentaria. La mayoría de los bivalvos no necesitan piensos, lo que los convierte en una opción ideal para la expansión sostenible de la acuicultura. Sin embargo, a pesar del considerable crecimiento en China, la cría de moluscos creció a un ritmo anual más lento que la de peces de piscicultura en el periodo, un 3,5% frente a un 5,7%, respectivamente.
Los moluscos también encajan en la industria de otras formas. Los productos de la cría de moluscos pueden utilizarse en productos farmacéuticos, materiales de construcción y fertilizantes, por no mencionar el secuestro de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, y la estabilización del litoral que pueden proporcionar los moluscos. También pueden tener efectos perjudiciales en los ecosistemas de aguas profundas al restringir el suministro de fitoplancton y aumentar el riesgo de enfermedades.
Una historia similar ha sucedido con las algas y las algas marinas, que han recibido cada vez más atención desde principios de siglo por su utilización no solo como fuente de alimentos, sino también para la mejora nutricional, otros usos no alimentarios y servicios ecosistémicos. La producción mundial se triplicó hasta 32t en 2017, y la mayor parte se utilizó en la industria alimentaria para ingredientes alimentarios funcionales. Una pequeña cantidad se usó para fertilizantes, piensos, cosméticos, productos farmacéuticos, biocombustibles y bioplásticos. Existe un gran potencial para que las algas marinas sustituyan a los animales como fuente de alimento para los humanos, debido a su perfil nutricional único. Con investigación, innovación y optimización, las plantas acuáticas pueden sustituir en el futuro a muchos animales en el sistema alimentario mundial.
Entre los retos más persistentes a los que se enfrenta la acuicultura están los patógenos, las plagas y los parásitos (PPP), así como las floraciones de algas nocivas y los efectos del cambio climático. La PPP se ha convertido en un problema especialmente perjudicial desde la década del 2000, como consecuencia del aumento de las granjas de densidad extremadamente alta, que catalizan el desarrollo y la propagación de enfermedades. En los últimos 20 años, se han producido mejoras considerables en la tecnología para identificar y gestionar la PPP de las especies más producidas y comercializadas, pero el acceso a estas tecnologías no está al alcance de todos los productores debido a unos costes excesivos.
Los productos terapéuticos (sustancias químicas usadas para gestionar la PPP, como los antimicrobianos) se han convertido en algo habitual en la industria, pero su uso plantea graves riesgos para la salud inmediata y a largo plazo de las poblaciones cautivas y salvajes, así como de los seres humanos. Las vacunas ofrecen cierta esperanza de soluciones más sólidas a los peligros de la PPP, pero se han utilizado poco fuera de las especies de gran valor, como el salmón y la trucha. Las vacunas tienen el potencial de reducir enormemente el uso terapéutico, pero también son caras y no son fáciles de estandarizar. Ahora mismo, las mejores prácticas de gestión son la forma más eficaz de mitigar los riesgos de PPP.
Mientras tanto, las floraciones de algas nocivas (FAN) han aumentado en frecuencia, duración e intensidad en las dos últimas décadas, en gran parte como consecuencia de factores humanos como la filtración de aguas residuales de las granjas. Las FAN pueden causar enormes pérdidas económicas; por ejemplo, en Chile, en 2016, las FAN causaron 800 millones de dólares en pérdidas y dos años de cierres de granjas de salmón, mejillones y abalones debido a riesgos para la seguridad alimentaria y muertes masivas. Todo esto ocurre en un contexto de cambio climático que hace que las predicciones sobre el futuro de la PPP y las FAN sean bastante inciertas.
En los últimos años, se han desarrollado tecnologías para hacer frente a estos retos. Los sistemas de recirculación tratan y reutilizan el agua, protegiéndola así del riesgo de PPP y FAN, los sistemas multitróficos integrados utilizan interacciones sinérgicas entre organismos para mejorar los resultados medioambientales, y la acuicultura en alta mar tiene lugar en aguas profundas y abiertas para evitar daños a los ecosistemas costeros y diluir los residuos con el fin de reducir su potencial de dañar el medio ambiente circundante. Pero ningún sistema está exento de desventajas.
Por eso, cuando analizamos los últimos 20 años del sector, vemos una tendencia hacia un mejor comportamiento medioambiental y un manejo más eficiente de los recursos, así como una innovación continua en respuesta a los retos a los que se enfrenta el sector. Estas tendencias parecen surgir de la necesidad, ya que la crisis de la acuicultura ha persistido y la peste está aún en condiciones de paralizar la producción. También vemos el potencial del uso de algas, algas marinas y bivalvos para mejorar la seguridad alimentaria y los resultados medioambientales, siempre y cuando se pueda dejar de lado la ética del uso de bivalvos. Tal vez los incentivos económicos y las estructuras de gobernanza que existen actualmente no sean suficientes para impulsar grandes inversiones financieras y tecnológicas en este ámbito. Para los defensores de los animales, el estudio ofrece una visión completa del crecimiento de la industria, así como una perspectiva de los posibles puntos de influencia para lograr cambios.
https://www.nature.com/articles/s41586-021-03308-6
